lunes, 28 de septiembre de 2009

Estado laico: mitos y realidades

El tema de si Costa Rica debe o no unirse a la tendencia mundial de declararse como Estado aconfesional o laico (sin religión oficial) ya empezó a discutirse en algunos medios de comunicación escritos, pero el debate empezó con el pie izquierdo. Algunos articulistas con una posición evidentemente conservadora y favorable a dejar las cosas como están, menosprecian el tema, calificándolo de pérdida de tiempo, o peor aún, atacan el concepto de Estado laico con afirmaciones incorrectas, tratan de sembrar temores infundados y hacen comparaciones fuera de lugar con regímenes asesinos del pasado. Es oportuno hacer algunas aclaraciones al respecto.

La situación actual de Costa Rica, en donde el Estado en el artículo 75 de la Constitución declara que tiene religión oficial, la católica romana, es singular en el mundo occidental moderno. Hasta hace poco, en todo el continente americano, solo nuestro país y Bolivia hacían esa distinción. Con la reciente reforma constitucional boliviana, nos quedamos solos.

La alternativa es, mediante una reforma al mencionado artículo 75, hacer de Costa Rica un Estado laico. Pero, ¿Qué significa eso? Primero veamos lo que no significa: un Estado laico NO es un Estado ni ateo, ni mucho menos antirreligioso, todo lo contrario, es un Estado que reconoce el derecho humano fundamental a la libertad de conciencia a todos sus ciudadanos, creyentes y no creyentes por igual, tomando una postura neutral en cuanto a la religión, sin favorecer ni perjudicar a ninguna, y en donde las decisiones de gobierno se toman sin la injerencia de esta ni de sus jerarquías o instituciones. En un Estado laico, todos los credos respetuosos de los derechos humanos son aceptados y tratados por igual.

Como lo demuestran diversos estudios y sondeos publicados recientemente, la religión católica no cuenta ya con esa mayoría absoluta que podría haber justificado en algún momento la confesionalidad actual. Muchísimos grupos cristianos alternativos surgen y ganan adeptos de forma acelerada, y al mismo tiempo, un creciente porcentaje de la población se declara no afiliada a ningún grupo religioso. Ante la globalización cultural, el mayor acceso a la información y el contacto de los costarricenses con otras culturas y tradiciones, esta tendencia parece ser irreversible. La pregunta es entonces, ¿no es conveniente que nuestro país asuma una actitud neutral en cuanto a confesionalidad religiosa, en donde cualquiera que sea la tendencia dominante en el futuro, se garantice constitucionalmente la libertad de conciencia como solo un Estado laico puede hacerlo?

La misma Iglesia Católica, en el Concilio Vaticano II, abogó por eliminar de los textos constitucionales las referencias a las religiones oficiales, pues dichas referencias atentan contra la libertad religiosa de los ciudadanos. Un Estado laico es por definición uno que protege y garantiza esta libertad, es por esto que comparaciones con regímenes dictatoriales como los de Hitler en la Alemania nazi, y Stalin en la Unión Soviética, entre otros, son absurdas y carecen de sentido. Estos no eran en absoluto estados laicos, ni siquiera podrían llamarse estados ateos, pues si bien en el caso ruso había una fuerte persecución contra las religiones, se pasó de un Dios sobrenatural a uno de carne y hueso en la figura de su líder.

La adopción de un Estado laico tampoco significa pérdida de valores ni mucho menos de la identidad nacional. Es un hecho histórico la relevancia que el catolicismo y el cristianismo en general han tenido para el país y el como estas tradiciones siguen arraigadas en el pueblo, pero la laicidad estatal no amenaza esto sino que lo viene a complementar con un componente de tolerancia y respeto hacia la nada despreciable porción de ciudadanos que no comparten actualmente esas creencias, así como un alineamiento del país en materia de derechos humanos al llevar a la práctica la igualdad de los ciudadanos y la libertad de pensamiento.

Sin duda alguna, el momento es propicio no solo para el debate con argumentos sólidos y racionales en este tema, si no para la toma de acciones concretas que logren el Estado que todos los ciudadanos, presentes y futuros, con toda la variedad de pensamientos e ideologías que lo componen, merecemos.

* publicado en La Prensa Libre

* publicado en Nuestro Pais (ElPais.cr)

* publicado en Semanario Universidad

* publicado en Diario Extra

* publicado en El Pregón

** Este articulo es una respuesta a estos 2 artículos publicados en La Nación sobre el tema:

http://www.nacion.com/ln_ee/2009/febrero/07/opinion1867249.html

http://www.nacion.com/ln_ee/2009/febrero/11/opinion1871361.html

viernes, 25 de septiembre de 2009

¿Y los no creyentes?

La señora Laura Chinchilla se ha manifestado en contra del actual proyecto de ley que busca la reforma de los artículos 75 y 194 de la Constitución Política; el primero, para eliminar la confesionalidad del Estado costarricense, y el segundo, para modificar el juramento constitucional que toda persona que aspire a ejercer un cargo público debe hacer.

Ella afirma que "la mención a Dios no atenta contra la libertad de culto ni discrimina entre credos religiosos", pero yo le pregunto, doña Laura, ¿y los que no somos creyentes? Ese creciente porcentaje de la población que no tiene creencias religiosas, pero seguimos siendo ciudadanos con valores, moral y ética (aunque estos no se fundamenten en concepciones metafísicas), madres, padres, profesionales que también contribuimos con el Estado y la sociedad, ¿no tenemos también nosotros los mismos derechos solamente por ser una minoría?

¿No es acaso un atentado contra la libertad de conciencia, derecho humano fundamental, el obligar a una persona a jurar por un ser o una creencia que no comparte?

Es por eso que la propuesta que hace el Movimiento por un Estado Laico en Costa Rica (MELCR) va encaminada a que el juramento se haga por las convicciones de cada persona, sean estas fundamentadas en un Dios, como ella y la mayoría católica de Costa Rica, o no.

Eso es la esencia de la libertad de conciencia, caso contrario a lo que ocurre hoy en nuestro país.

Nosotros también, doña Laura, exigimos nuestro derecho a invocar nuestras convicciones cuando asumimos la responsabilidad de un cargo público, y con esto no atentamos para nada contra las convicciones y creencias de la mayoría.

La propuesta no está tratando de eliminar la mención de Dios de la Constitución, eso es una afirmación absurda y sin sentido.

Se debe recordar que el MELCR está integrado también por iglesias cristianas como la Luterana e instituciones educativas en el área de la religión (UNA y Universidad Bíblica), así como de personas católicas que comprenden que la situación actual de confesionalidad no es la óptima, y quienes no tienen ningún interés en sacar a Dios o los valores religiosos de la vida costarricense; todo lo contrario.

Además, quienes irresponsablemente afirman que esta es la intención primaria de la propuesta, pasan por alto el hecho de que, al inicio del capítulo 1 de la Constitución, los diputados de la Asamblea Constituyente invocan el nombre de Dios y nada en la reforma propuesta busca cambiar esto, ni mucho menos menospreciar el papel que el cristianismo, en sus distintas denominaciones, ha tenido en la construcción de la sociedad costarricense.

Ese papel lo tiene asegurado en la historia; sin embargo, no justifica los privilegios de los que la Iglesia Católica, como institución, goza actualmente, a costa de todas y todos, compartamos su doctrina o no.

Ciertamente, esta urgente reforma requiere un diálogo nacional, no solo de los distintos credos religiosos, sino de todas las ciudadanas y todos los ciudadanos, creyentes y no creyentes por igual, pero este diálogo debe ser responsable e informado, no basado en prejuicios personales y en la invisibilización de sectores, como los no creyentes, solo por el hecho de tener un pensamiento diferente, muchas veces satanizado y condenado injustamente con base en el desconocimiento y la manipulación deliberada de la información.

Y es así como está fundamentado el MELCR, que ha sido siempre un movimiento abierto a todo aquel que haya querido acercarse y aportar ideas para lograr la meta que todos, dentro de nuestras diferencias, tenemos en común: el establecimiento de un Estado laico que garantice un trato igualitario para todos.

(*) Publicado en La Nación como respuesta a la posición de la candidata Laura Chinchilla respecto al proyecto de Ley de reforma de los artículos 75 y 194 de la Constitución

viernes, 11 de septiembre de 2009

El Estado laico no pretende eliminar a Dios de ningún lado

Don Guyón, ¿leyó ud. el proyecto de ley 17.511 que propone la reforma a los artículos 75 y 194 de la Constitución Política? Sus múltiples ataques a la iniciativa hacen pensar que no lo ha hecho del todo. Lo invitamos a hacerlo para que pueda emitir opiniones en base a la información, y no a sus muchos prejuicios personales.

Para empezar, el Movimiento por un Estado laico en Costa Rica (MELCR) no es un movimiento ateo, quien le haya afirmado lo contrario le ha mentido. Es una alianza diversa que reúne diferentes sectores de la población y organizaciones, muchos de ellos religiosos y tan cristianos como el que ud. representa, por ejemplo, la Iglesia Luterana, la Escuela ecuménica de las ciencias de la religión de la UNA, y la Universidad Bíblica, que se han atrevido a reclamar igualdad de trato al Estado en contraposición a los privilegios de los que actualmente goza la Iglesia Católica, que se traduce, entre otras cosas, en cientos de millones de colones que salen de los bolsillos de todas y todos los ciudadanos, incluidos los miles de evangélicos que lo eligieron a ud. Estos fondos deberían destinarse a obras para toda la población, y no solo para un sector, que si bien es aún una mayoría, decrece rápidamente.

Pero el tema va más allá del aspecto monetario. La reforma al 75 busca poner fin a una confesionalidad que venimos arrastrando desde tiempos coloniales y que constituye un sinsentido, por que una figura jurídica como lo es el Estado no puede tener creencias, solo las personas, y estas creencias don Guyón, así como todas las tradiciones que las acompañan, como procesiones, ceremonias, rezos, etc, se mantienen intactas y quedan garantizadas de forma absoluta por la propuesta presentada.

Respecto a la propuesta de reforma del juramento constitucional, esta pretende hacer respetar el derecho humano fundamental a la libertad de conciencia. Don Guyón, hay un creciente sector de la población, cercano ya al 10%, que no profesa ninguna religión o no tiene creencias religiosas. Personas, muchas de ellas con familias tradicionales como las que ud. defiende, profesionales, tan morales y éticas como ud. y sus correligionarios, que contribuyen de igual forma al Estado. Ese sector que ud. tanto ataca y teme, pero que muy poco conoce, también tiene plenos derechos en una república democrática como la nuestra, y actualmente, si desea optar por un cargo público, es obligado a jurar por un concepto en el que no cree. Es por eso que la propuesta va encaminada a que cada persona jure por sus convicciones personales, sean estas religiosas o no.

También es falso que el objetivo del MELCR y su propuesta sea la de sacar a Dios de la Constitución. Eso es absurdo y sin sentido. Al inicio del capítulo 1 de la Constitución, los diputados de la Asamblea Constituyente invocan el nombre de Dios y nada en la reforma propuesta busca cambiar esto, ni mucho menos menospreciar el papel que el cristianismo, en sus distintas denominaciones, ha tenido en la construcción de la sociedad costarricense.

Finalmente, don Guyón, ¡basta ya de estar mezclando cosas que son temas aparte por completo! El MELCR y su propuesta no tienen nada que ver con temas de aborto, eutanasia, matrimonio entre homosexuales ni mucho menos con la pretensión de silenciar personas que opinen diferente. Por el contrario, se busca un diálogo de sectores que pensamos diferente y sobre esa base se ha trabajado en esta propuesta que solo busca un trato igualitario para todos.

publicado en La Prensa Libre en respuesta a comentarios del dip. Guyón Massey en ese diario y muchos otros medios.

martes, 8 de septiembre de 2009

Obispo de Cartago hace petición ilegal e inconstitucional

El artículo 28 de la Constitución política dice:

"ARTÍCULO 28.- Nadie puede ser inquietado ni perseguido por la manifestación de sus opiniones ni por acto alguno que no infrinja la ley. Las acciones privadas que no dañen la moral o el orden públicos, o que no perjudiquen a tercero, están fuera de la acción de la ley. No se podrá, sin embargo, hacer en forma alguna propaganda política por clérigos o seglares invocando motivos de religión o valiéndose, como medio, de creencias religiosas."

La Nación informa que, en la homilia del pasado domingo, durante una actividad religiosa en Cartago, el obispo declara: "Estamos frente a una campaña política en donde debemos escoger muy bien a quienes nos van a gobernar. Candidatos que niegan a Dios y defienden principios que van contra la vida, contra el matrimonio, contra la familia ya los estamos conociendo. Por lo tanto debemos ser coherentes con nuestra fe y en conciencia no podemos darle un voto"

"El obispo de Cartago pidió a los feligreses mantener una actitud activa. “Luchemos para defender los valores que son el fundamento de nuestra querida Patria y que algunos pretenden destruirlos, cosa que no lograrán porque somos la mayoría y porque Jesús el Señor de Costa Rica y Nuestra Señora de los Ángeles están con nosotros”.

El jerarca católico instó a los católicos a que se pronuncien contra “estas políticas antihumanas , anticristianas y ateas que algunos nos quieren imponer”.

Y además, reitera lo dicho: "Consultado ayer el obispo Ulloa sobre las connotaciones electorales de su pronunciamiento dijo “mantengo una a una las palabras dichas , nada tengo que agregar o quitar"

Lo dicho por el señor Ulloa, en un acto religioso, es una violación a lo establecido en el artículo 28 de la Constitución, y debe ser denunciado.

Es curioso y de resaltar, eso sí, como en el año 2001, el mismo obispo Ulloa no se oponía a la reforma que hoy se ha planteado en la Asamblea legislativa.

Urge una separación entre iglesia y Estado en Costa Rica!

jueves, 3 de septiembre de 2009

Preguntas para Laura Chinchilla sobre su oposición al proyecto de reforma de los artículos 75 y 194

La candidata presidencial Laura Chinchilla, ha manifestado su oposición al proyecto que el Movimiento por un Estado laico en Costa Rica presentó hoy en la Asamblea Legislativa para reformar los artículos 75 y 194 de la Constitución política. Como toda ciudadana, se le respeta su derecho a opinar, sin embargo, le tengo algunos comentarios y preguntas concretas sobre su posición.

Primero, me atrevo a decir que la señora Chinchilla no ha leído NI UNA SOLA PALABRA del proyecto propuesto. NI UNA. Esto basado en sus declaraciones en Facebook. La invito a hacerlo, y no dejarse llevar por notas amarillistas y titulares tendenciosos, malintencionados e irresponsables. De esa forma ella, y todos sus seguidores que exaltan sus declaraciones de oposición podrán formarse un mejor criterio con bases. El mismo consejo se lo extiendo al señor Hugo Barrantes, que también da opiniones sobre algo que no conoce (y que su misma jerarquía ha apoyado históricamente en el Concilio Vaticano 2do).

Mis preguntas, que están basadas, como dije, en su breve declaración:
  • ¿Que parte de la propuesta le parece que "carece de seriedad, mesura y respeto a la diversidad de credos"? Si lee el proyecto, y ve quienes conforman el Movimiento por un Estado laico, verá que es todo lo contrario a lo que afirma.
  • ¿Que pasa si una persona no creyente quiere ser funcionario público y lo ponen a jurar por un dios en el que no cree? Por que cada quien no puede escoger jurar por sus convicciones?, tal como lo hemos propuesto. Si estas son religiosas, genial, que jure por su dios, si no las son, con nuestra propuesta, no queda discrminado ni obligado a ir contra su forma de pensar.
  • ¿Que parte de la propuesta, ya sea en el proyecto, o en la amplia exposición de motivos que se hace, le parece que "menoscaban el papel de la religión en nuestra sociedad" o "justifican otras reformas que nos alejen de los valores morales y espirituales por los que nos regimos la mayoría de los costarricenses y que para muchos de nosotros emanan de la fe." ?
Como aspirante al máximo cargo del país, le solicito que fundamente sus declaraciones basándose en nuestra propuesta y no en sus propios prejuicios o el de sus asesores, que probablemente a estas alturas solo se preocupan por cálculos electoreros y poco les importan realmente los ideales social democrátas, solo lo que sea "popular" (como se declara abiertamente en la lista de correos del PLN), como salir en canales de "jóvenes" bailando los ritmos de moda.