Primero que todo aclarar, no formé parte de la organización de
este evento ni pude asistir por compromisos familiares. Cualquier cosa que opine se basa en lo que he visto en medios, crónicas de asistentes, fotos y videos. Por lo general no opino sobre eventos en los que no participo, me parece irresponsable hacerlo, pero en este caso, me brinco mi propia regla porque hay varios aspectos que quisiera resaltar para el futuro
(estoy seguro que esto apenas comienza).
La Marcha y sus motivos
Cuando el 1ero y 2 de agosto leí sobre las
(supuestas) declaraciones del
obispo Ulloa y de su colega mexicano, lo primero que pensé (y opiné) fue: "
Si no les gustan los mandatos de una religión, entonces no la sigan. ¿Que esperaban de un cura en una misa el día de la virgen, que promoviera el uso del condón femenino?" Aunque la idea es válida, la opinión que di en ese momento fue apresurada y simplista.
No fue un simple sermón en una misa cualquiera. Las palabras de ambos se dieron en medio de una multitudinaria festividad que reune las 3 patas del trípode del poder: el político, el religioso y el
(seudo)militar, con amplia (y cansina) cobertura de los medios de comunicación. El mensaje del cardenal mexicano, instando básicamente a la mujer a limitarse a su papel tradicional de ama de casa para no imitar a los hombres es una ofensa para las mujeres a quienes tanto les ha costado ir poco a poco logrando igualdad y respeto. Esas palabras merecían una enérgica respuesta y justificaban la marcha. Por otro lado, aunque al parecer las palabras de Ulloa fueron manipuladas por los medios de comunicación, no es nuevo echarle la culpa a la víctima del abuso/agresión. Pasa incluso en el tema de la seguridad ciudadana: si a uno lo asaltan en la calle, es culpa de uno por andar usando sus aparatos en público, no del ladrón. A las mujeres, en todo lado, se les echa la culpa (al menos en parte) cuando sufren abuso por supuestamente andar "provocando". El mensaje de la marcha en ese sentido fue claro y contundente: a la mujer se le respeta independientemente de lo que use, punto, no hay justificación.
Tampoco es nuevo el machismo de la iglesia católica como institución, puede verse en la organización misma de su jerarquía y en su interferencia en toda política que pretenda darle a la mujer algún control sobre su cuerpo, ya sea el uso de métodos anticonceptivos o la interrupción del embarazo. Hace tiempo, esta actitud y esa injerencia merecían una manifestación enérgica.
Las organizadoras
Mis respetos. Valientes mujeres que se le fueron a plantar en la puerta de su casa a la institución que por años las ha tenido encadenadas directa o indirectamente. En poco tiempo, lograron convocar a una gran cantidad de gente, cosa bastante dificil en este país de gente conformistas que prácticamente solo protesta cuando le tocan la bolsa.
Los medios de comunicación
Lo hicieron de nuevo: manipular a su antojo y conveniencia la noticia. No es la primera vez que lo hacen. ¿Quien puede olvidar aquel infame titular "Quieren sacar a DIOS de la Constitución", con el que el periódico la Nación cavó la tumba de la discusión de la necesaria reforma constitucional para eliminar la confesionalidad del Estado? En esta ocasión, se enfocaron y dieron excesivo énfasis a algunas consignas incendiarias que no reflejan el mensaje central de la marcha ni mucho menos las intenciones de las organizadoras. Pero al darle tanta importancia, desviaron la atención de lo verdaderamente relevante y alimentaron las hogueras de los ya de por si numerosos machos ticos y los sectores más conservadores.
La iglesia
¡Ah, la iglesia! La eterna víctima, la gran incomprendida, la "experta en humanidad" (nunca una frase tan corta contuvo tanto cinismo y descaro), se rasga las vestiduras cuando siglos de represión le estallan en la cara. Hacen uso de los números inflados de la asistencia a su máximo evento para clamar ser una "inmensa mayoría" (aunque cada día hayan menos católicos, extrañamente cada año hay más romeros... según ellos). Siempre en una posición de superioridad moral, despreciando a los sectores minoritarios herejes que se atreven a criticarla a ella o a las creencias que alimentan.
No, las creencias por si mismas no merecen respeto. Lo que merece respeto es el derecho de una persona a creer lo que quiera, pero si adoran a un trozo de piedra esculpido torpemente con forma de mujer, no esperen demasiado. Y tampoco es que hubo una quema pública de imágenes de la negrita, los actos teatrales que se hicieron durante la marcha lo que hicieron fue ponerle un poco de ropa interior a la imagen, nada del otro mundo. No debe existir nada, NADA tan sagrado como para ser inmune a la crítica o a la sátira. Si yo tolero que durante algunos días el tránsito hacia la ciudad en la que vivo se vea interrumpido o retrasado por su peregrinación, al menos uds toleren bromas ocasionales al respecto.
Los manifestantes
En general me parecieron geniales los mensajes de las pancartas. Me encantó ver familias enteras participando, también gran cantidad de varones apoyando la convocatoria hecha por los grupos feministas. El único punto negro fue las consignas que llamaban a "quemar la conferencia episcopal". Me parece que hay que tener cuidado en no traspasar el límite. Como he dicho antes en otros contextos, la libertad de expresión tampoco es absoluta, hay reglas claras. En este caso, con esas consignas, le están poniendo en bandeja de plata a la iglesia su papel de victimas, incluso podrían demandar (y probablemente ganar) por amenazas contra un edificio y organización muy real como lo es la CECOR (aunque uno sabe que obviamente quienes gritan esas consignas no van a ir a quemar nada). Creo que debe haber un poco de conciencia de parte de los que asisten, y que enfoquen toda esa energía que siempre los ha caracterizado a otro tipo de consignas que no se presten para el circo que los medios siempre están deseosos de hacer. Además, si nos ponemos a ver la cosa desde el otro lado: ¿que haríamos nosotros si en una manifestación católica se ponen a gritar y cantar que van a ir a quemar la casa de los líderes de organizaciones por los derechos gay, feministas y seculares? ¿Seríamos tan indulgentes como lo estamos siendo con nosotros mismos? No lo creo. Y esa es mi única crítica.