El artículo de la abogada Alexandra Loría titulado ¿Podría suceder en Costa Rica? y publicado el 9 de agosto, esta lleno de falacias y afirmaciones tan indignantes en contra de los homosexuales que se hace necesario que los heterosexuales levantemos la voz en su defensa.
La estrategia de la abogada, como una de las proponentes de que el proyecto de ley que pretende legalizar las uniones entre personas del mismo sexo sea llevado a referéndum es clara: sembrar un miedo irracional entre la opinión pública para atraer más votos en contra. Ella hace referencia a declaraciones de un activista gay extranjero que nada tiene que ver con la lucha por la igualdad de derechos que se libra en nuestro país. También nos pinta un cuadro en el que, según ella, los homosexuales conspiran deliberadamente para destruir los conceptos de fidelidad, monogamia y compromiso, cuando la lucha es precisamente para que las muchas parejas del mismo sexo que tienen años de relación estable bajo ese esquema puedan ver su unión respaldada con un marco legal adecuado, el cual es hoy inexistente y la misma Sala IV y la Defensoría de los Habitantes recomiendan regular.
Se opone también a otro proyecto de ley para combatir la discriminación basada en la orientación sexual, aduciendo que de aprobarse, se perdería el derecho a la libre expresión y que podría castigarse penalmente a quien critique el estilo de vida gay. Una cosa es la libre expresión que siempre garantizará el derecho a la discusión de ideas, y otra muy distinta son los insultos y la marginación injustificada que sufre este sector de la sociedad, lo cual es inaceptable. Otras supuestas consecuencias como la pérdida de la libertad de culto están completamente fuera de lugar.
La abogada cita declaraciones homofobicas de un maestro canadiense que argumenta apoyándose en el estereotipo de que los gays son inmorales, promiscuos y perversos. El siquiera insinuar que un homosexual es caracterizado por esos males solo por su preferencia sexual es símbolo de ignorancia y prejuicios.
Invito al lector a informarse de manera objetiva y leer el proyecto de ley en discusión en La Asamblea. En el solo se pretende otorgarle a las uniones entre homosexuales algunos derechos específicos como la cobertura por el seguro social a las parejas en las que uno de los miembros depende económicamente del otro, la posibilidad de herencia de bienes, así como la justa división del patrimonio en caso de separación, entre otros. ¿En que afecta eso a la familia tradicional o a la sociedad? Absolutamente en nada. Todos los supuestos peligros y calamidades de los que nos advierte la abogada son falsos, y sus argumentos profundamente ofensivos para los ciudadanos que estamos a favor de la igualdad de derechos. Inculcarles a nuestros niños la discriminación, la intolerancia y el irrespeto por las diferencias, sobre una base de argumentos falaces e irracionales es el verdadero peligro para la sociedad.
La estrategia de la abogada, como una de las proponentes de que el proyecto de ley que pretende legalizar las uniones entre personas del mismo sexo sea llevado a referéndum es clara: sembrar un miedo irracional entre la opinión pública para atraer más votos en contra. Ella hace referencia a declaraciones de un activista gay extranjero que nada tiene que ver con la lucha por la igualdad de derechos que se libra en nuestro país. También nos pinta un cuadro en el que, según ella, los homosexuales conspiran deliberadamente para destruir los conceptos de fidelidad, monogamia y compromiso, cuando la lucha es precisamente para que las muchas parejas del mismo sexo que tienen años de relación estable bajo ese esquema puedan ver su unión respaldada con un marco legal adecuado, el cual es hoy inexistente y la misma Sala IV y la Defensoría de los Habitantes recomiendan regular.
Se opone también a otro proyecto de ley para combatir la discriminación basada en la orientación sexual, aduciendo que de aprobarse, se perdería el derecho a la libre expresión y que podría castigarse penalmente a quien critique el estilo de vida gay. Una cosa es la libre expresión que siempre garantizará el derecho a la discusión de ideas, y otra muy distinta son los insultos y la marginación injustificada que sufre este sector de la sociedad, lo cual es inaceptable. Otras supuestas consecuencias como la pérdida de la libertad de culto están completamente fuera de lugar.
La abogada cita declaraciones homofobicas de un maestro canadiense que argumenta apoyándose en el estereotipo de que los gays son inmorales, promiscuos y perversos. El siquiera insinuar que un homosexual es caracterizado por esos males solo por su preferencia sexual es símbolo de ignorancia y prejuicios.
Invito al lector a informarse de manera objetiva y leer el proyecto de ley en discusión en La Asamblea. En el solo se pretende otorgarle a las uniones entre homosexuales algunos derechos específicos como la cobertura por el seguro social a las parejas en las que uno de los miembros depende económicamente del otro, la posibilidad de herencia de bienes, así como la justa división del patrimonio en caso de separación, entre otros. ¿En que afecta eso a la familia tradicional o a la sociedad? Absolutamente en nada. Todos los supuestos peligros y calamidades de los que nos advierte la abogada son falsos, y sus argumentos profundamente ofensivos para los ciudadanos que estamos a favor de la igualdad de derechos. Inculcarles a nuestros niños la discriminación, la intolerancia y el irrespeto por las diferencias, sobre una base de argumentos falaces e irracionales es el verdadero peligro para la sociedad.
**publicado por La Nación el 14 de agosto de 2008 - http://www.nacion.com/ln_ee/2008/agosto/13/opinion1659549.html
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