jueves, 16 de abril de 2009

El referendo del odio

La democracia es hasta el momento, y aun con todos los desafíos que su aplicación práctica conlleva, el sistema de gobierno más justo que los seres humanos hemos ideado. El quitarle el poder a gobernantes tiranos de sistemas monárquicos que durante siglos reclamaban un derecho divino a gobernar, y otorgarle ese poder de decisión al pueblo, fue un gran paso hacia la igualdad y a la prevención contra el abuso, la explotación del débil por parte del fuerte, la opresión y la injusticia.

Y sin embargo, hoy en nuestro país, hay quienes pretenden prostituir el concepto de democracia, utilizando uno de sus instrumentos más valiosos como lo es el referendo, para hacer que una mayoría por largo tiempo mal informada y expuesta constantemente a ideas discriminatorias, imponga su criterio y niegue derechos básicos a una comunidad por largo tiempo marginada y rechazada como lo es la comunidad homosexual. Concretamente me refiero al proyecto de ley de Sociedades de Convivencia (antes llamado ley de Unión Civil entre personas del mismo sexo), que tras un arduo trabajo por parte de sus proponentes, ha sido modificado y sintetizado en apenas un conjunto mínimo de derechos absolutamente necesarios y hoy inexistentes, para una feliz y tranquila convivencia.

Esta modificación se hizo luego de protestas de diversos sectores y diputados conservadores que encontraban similitudes entre el proyecto original y el código de familia, temiendo que se fuera a cambiar el concepto tradicional de matrimonio. Creando entonces una figura legal completamente distinta de este, y con apenas un conjunto mínimo de derechos comunes, que dicho sea de paso, en absolutamente nada afectan ni a la sociedad, ni a los matrimonios y familias tradicionales, como podrá comprobar cualquier persona pensante que se tome el tiempo de informarse y leer el proyecto, uno esperaría que los miedos y las excusas para oponerse a la iniciativa desaparecieran, pero tristemente no es así

En días recientes, y aprovechando las celebraciones tradicionales de la semana santa, la iglesia católica sigue hablando en contra el proyecto de ley aún con todas las modificaciones que se hicieron, y nos recuerda que se está llevando a cabo la recolección de firmas para poder realizar el referendo del odio y la intolerancia (paradójicamente propuesto por dirigentes de un partido político que dice luchar por la accesibilidad sin exclusión), en donde aprovechándose de milenarios prejuicios y de la desinformación reinantes de nuestra sociedad, quieren arrastrar al pueblo de Costa Rica a un error histórico en donde se utilice un instrumento democrático como lo es el referendo, para oprimir a una minoría y negarle sus derechos.

Debemos pensar, ¿que hubiera pasado si logros tan importantes como la igualdad de derechos entre hombres y mujeres o la abolición de la esclavitud hubieran sido decididos en un referendo donde votaran solo los hombres y los blancos? ¿Se imagina ud, estimado lector, lo que sería el ver a la persona amada por años postrada en una cama de hospital, y no tener la posibilidad de visitarlo libremente? Ese es solo uno de los derechos justamente reclamados por las parejas homosexuales, y es solo cuando nos ponemos en su lugar cuando logramos comprender el por que la aprobación de este proyecto es tan necesaria. Es una cuestión de simple solidaridad.

Es aquí donde los diputados deben asumir su responsabilidad y dar trámite urgente a este proyecto, recordando que los homosexuales son ciudadanos que también los eligieron y contribuyen día a día en todos los campos de la sociedad costarricense. Nosotros, el pueblo, debemos de hacer conciencia y no prestarnos para que se cometa una injusticia usando mecanismos que se crearon para el fortalecimiento de los derechos de todos y nunca para la opresión. Debemos hacer un análisis honesto, informarnos y darnos cuenta de que, el hecho que las parejas homosexuales gocen de algunos de los derechos que las parejas heterosexuales ya tenemos no nos afecta. La sociedad, lejos de verse afectada, va a salir fortalecida como solo puede hacerlo cuando esta se vuelve más tolerante e inclusiva, características tan necesarias en un mundo que por demasiado tiempo, ha permanecido dividido por el odio y la intolerancia. No apoyemos con nuestra firma al referendo del odio, no votemos en contra de una iniciativa sin antes haberla analizado responsablemente y habernos hecho una simple pregunta: ¿Y a mí, en que me afecta?

(*) Publicado en ElPais.cr el 9 de Julio de 2009
(**) Publicado en la revista Gente10

domingo, 12 de abril de 2009

Nueva iglesia en Cartago

El día de hoy, domingo de resurrección, el periódico La Nación anuncia que en Ujarrás, Cartago, se construirá una iglesia (no me queda claro si se va a construir sobre una existente o si se trata de una nueva). Aqui pueden leer la nota.

Llama la atención el costo de la obra: 750 millones de colones (mas de 1 millón de dólares estadounidenses, por si me lee alguien fuera de Costa Rica), de los cuales, se indica se han recolectado 350 entre ayudas institucionales y privadas.

Caben varias preguntas:
  • Esas ayudas institucionales fueron directamente del gobierno? Del presupuesto del Estado al que todos, católicos y no católicos, contribuimos con nuestros impuestos?
  • Los restantes 400 millones, saldrán de las arcas del Estado?
Para muchos, especialmente para la mayoría católica de Costa Rica, el que el Estado le de plata a la iglesia católica es lo normal. Esto es además incentivado por el artículo 75 de la Constitución política que la declara como religión oficial (esto es técnicamente incorrecto, puesto que la iglesia católica no es una religión, si no el cristianismo en general, siendo la católica romana una iglesia). Pero que opinarían si el Estado destinara dinero para financiar obras de iglesias evangélicas, islámicas o judías, por poner solo unos ejemplos?

Es correcto que el dinero de todos los ciudadanos, que debe ser destinados para obras que beneficien a todos, se destinen para beneficio de una institución religiosa en particular? O debería esta institución autofinanciarse, como lo hacen todas las demás iglesias cristianas del país, para así satisfacer las necesidades de sus seguidores, en este caso, proporcionarles un lugar de culto? Ante la gran cantidad de ciudadanos que se proclaman católicos practicantes en el país (aproximadamente un 47% de la población según recientes encuestas), la iglesia católica no debería tener problema alguno para recolectar dineros en forma de donaciones directas de sus fieles e invertirlas en obras que los beneficien.

Por esta y muchas razones más, Costa Rica necesita convertirse en un Estado laico.

lunes, 6 de abril de 2009

Trámite de apostasía finalizado!

Desde principios de marzo, y con una agilidad al parecer sin precedentes en este trámite, se me concedió la apostasía formalmente. Este es el documento expedido por la oficina del obispo de Cartago, que comparto con el mundo con gran satisfacción aprovechando que se celebra la semana "santa" :




El trámite fue sencillo y rápido, y sienta un precedente en el país para otros que quieran formalizar una separación que ya constituye un hecho en sus vidas.

Dentro de poco, la Asociación Costarricense de Humanistas Seculares iniciará una campaña de apostasía colectiva similar a las realizadas en otras partes del mundo (como España, Argentina y Chile) en unión con otras organizaciones interesadas y cualquier persona, creyente o no creyente, que así lo desee de forma voluntaria.