Don José Francisco, una vez más aprovecha usted una actividad religiosa para difundir su discurso de intolerancia contra quienes no comulgan con su forma de pensar. Una vez más muestra su ignorancia al tachar de falta de moral y ética a las personas no creyentes, y peor aún, acusarnos de perversos. De esto conversamos frente a frente en su oficina cuando hace más de un año le presenté mi carta de apostasía para dejar de pertenecer a su iglesia. Tras esa larga conversación tuve la esperanza de que sus prejuicios dieran paso a la comprensión hacia quienes tenemos una visión distinta de la suya. Pero en lugar de eso, continúa usted fomentando el odio por las diferencias que nos están arrastrando a una polarización nada sana en temas de derechos civiles que nos conciernen a todos los que vivimos en esta democracia, cuando lo que se necesita es diálogo y discusión razonada.
Esté tranquilo, nadie quiere obligar a la iglesia católica a realizar matrimonios entre personas del mismo sexo, ni a cambiar su visión de lo que considera aceptable o no. Lo que se pretende es, mediante una figura legal distinta del matrimonio (sociedades de convivencia), otorgarle a estas parejas solo algunos derechos civiles básicos. Con esto, ni los matrimonios heterosexuales ni nuestras familias tradicionales se ven afectadas y quien afirme esto tiene la responsabilidad de respaldar sus palabras con argumentos y evidencia tangible. Usted, la iglesia y los sectores conservadores están en su derecho de tener su opinión contraria a estas uniones, pero no pueden pretender imponer su visión a toda la sociedad. Tampoco crea usted que solo los ateos apoyamos este proyecto, pues son muchas las personas creyentes (¡católicos también!), que si aplican en este tema el mensaje de tolerancia y amor al prójimo de Jesús.
Adopta usted una postura defensiva ante lo que considera ataques hacia su institución y su líder, pero lo hace atacando sectores que están lejos de ser los culpables de la crisis que viven. Esta tiene su origen en la práctica institucionalizada de encubrir curas abusadores de menores, que dolorosamente no nos es ajena en Costa Rica como lo vimos cuando uno de sus actuales colegas de la CECOR admitió haber ocultado el paradero de un cura prófugo y ante esto nuestras autoridades judiciales no actuaron, convirtiéndose también en cómplices.
Don José Francisco, usted es hábil emitiendo juicios morales, pero en lugar de ver la paja en el ojo ajeno, debería ver la viga en el propio. Recuerde que hay en curso una investigación por el delito de intermediación financiera ilegal por parte de la CECOR cuando usted era el máximo responsable de esa organización. Y recuerde que tiempo después quisieron echarle la culpa de estas acciones a un muerto, acto que no es exactamente un ejemplo de ética.
Vivimos en un país plural cuya realidad cambia día a día, en el que personas de todas las ideologías debemos convivir con nuestras diferencias y para poder hacerlo pacíficamente, es necesario abrir canales de diálogo y entendimiento, en lugar de satanizar al que piensa diferente. ¡Que Costa Rica sea una verdadera democracia, no una tiranía de las mayorías!
Esté tranquilo, nadie quiere obligar a la iglesia católica a realizar matrimonios entre personas del mismo sexo, ni a cambiar su visión de lo que considera aceptable o no. Lo que se pretende es, mediante una figura legal distinta del matrimonio (sociedades de convivencia), otorgarle a estas parejas solo algunos derechos civiles básicos. Con esto, ni los matrimonios heterosexuales ni nuestras familias tradicionales se ven afectadas y quien afirme esto tiene la responsabilidad de respaldar sus palabras con argumentos y evidencia tangible. Usted, la iglesia y los sectores conservadores están en su derecho de tener su opinión contraria a estas uniones, pero no pueden pretender imponer su visión a toda la sociedad. Tampoco crea usted que solo los ateos apoyamos este proyecto, pues son muchas las personas creyentes (¡católicos también!), que si aplican en este tema el mensaje de tolerancia y amor al prójimo de Jesús.
Adopta usted una postura defensiva ante lo que considera ataques hacia su institución y su líder, pero lo hace atacando sectores que están lejos de ser los culpables de la crisis que viven. Esta tiene su origen en la práctica institucionalizada de encubrir curas abusadores de menores, que dolorosamente no nos es ajena en Costa Rica como lo vimos cuando uno de sus actuales colegas de la CECOR admitió haber ocultado el paradero de un cura prófugo y ante esto nuestras autoridades judiciales no actuaron, convirtiéndose también en cómplices.
Don José Francisco, usted es hábil emitiendo juicios morales, pero en lugar de ver la paja en el ojo ajeno, debería ver la viga en el propio. Recuerde que hay en curso una investigación por el delito de intermediación financiera ilegal por parte de la CECOR cuando usted era el máximo responsable de esa organización. Y recuerde que tiempo después quisieron echarle la culpa de estas acciones a un muerto, acto que no es exactamente un ejemplo de ética.
Vivimos en un país plural cuya realidad cambia día a día, en el que personas de todas las ideologías debemos convivir con nuestras diferencias y para poder hacerlo pacíficamente, es necesario abrir canales de diálogo y entendimiento, en lugar de satanizar al que piensa diferente. ¡Que Costa Rica sea una verdadera democracia, no una tiranía de las mayorías!
(*) publicada (ligeramente modificada) en La Nación del 13 de abril de 2010, en respuesta a declaraciones del obispo durante una actividad religiosa el 11 de abril.
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