
Por otra parte, al acercarse una fecha particular, digamos, inicios de agosto, por poner un ejemplo, muchos medios de comunicación realizan reportajes especiales, con abundantes y emotivos testimonios, de favores concedidos a las personas que caminen hacia una antigua y hermosa ciudad del país, en donde hace varios siglos fue encontrada (o colocada, dicen algunos malpensados) una figura de piedra esculpida con forma de mujer. De pura casualidad, la figura de piedra es un símbolo importante para una institución que hace las veces de consejera del gobierno y como no, guía de la moral y buenas costumbres, para lo cual, es justo y necesario concederle algunos beneficios.
Finalmente, pensemos en un pequeño local en alguno de los feos edificios de una ciudad capital, en cuyo mal decorado interior da "consulta" un autoproclamado "experto", que probablemente proviene de algún país famoso por poseer una rica tradición cultural, y que está dispuesto a compartir su experiencia y conocimientos en la solución de conflictos amorosos, laborales o económicos, a cambio de un pago.
Si el lector vive en Costa Rica, es muy probable que reconozca, y que incluso haya sido participe de alguna situación similar a las descritas antes. Las tres tienen semejanzas evidentes, por ejemplo, en todas se hace la promesa de que, por medios mágicos (esto es, ajenos a explicaciones racionales o científicas) se cubrirán distintas necesidades, eso sí, a cambio de algo. Ese algo muchas veces es el dinero, a veces pagado en efectivo directamente por el beneficiado, otras, de forma "solidaria" por la colectividad en forma de partidas presupuestarias del Estado, exenciones fiscales y hasta con cuotas de poder.
Recientemente, el OIJ hizo un llamado a regular, limitar y hasta castigar uno de estos tipos de actividad (queda como ejercicio para el lector determinar cuál) por presuntas estafas y múltiples denuncias. Eso me hizo preguntarme si con esta medida no se estaría creando una especie de oligopolio de los milagros, en donde el mercado (que existe y no es pequeño) estaría repartido entre unas cuantas entidades autorizadas para realizarlos.
¿Cómo sería el proceso de acreditación y certificación? Este punto es simple, pues parece que la evidencia anecdótica es suficiente. ¿Cuáles serían algunos requisitos de operación? A juzgar por las características de perseguidos y tolerados, pareciera que el tener representación en la Asamblea Legislativa, el gozar de oficialidad constitucional, y el contar, desde luego, con un gran número de seguidores, son requisitos indispensables. Para los demás, aunque el producto que ofrezcan sea casi indistinguible y su efectividad casi la misma, solo queda la clandestinidad.
(*)Publicado en La Prensa Libre
(**)Imagen tomada de: http://www.imaginaria.com.ar/16/7/tome.htm