jueves, 28 de agosto de 2008

NO a la homofobia, SI a la igualdad!

Soy heterosexual felizmente casado, y día a día veo con asombro como se opone una férrea resistencia a que se equiparen los derechos civiles de los homosexuales con los del resto de la sociedad.

La iniciativa que, afortunadamente, durante este gobierno parece estar teniendo buena acogida para legalizar la unión entre personas del mismo sexo, es un paso natural que un Estado democrático como el nuestro debe dar, como ya se ha ido dando en otros países del mundo.

No he leído un solo argumento que me haga pensar que esta iniciativa va a traer consecuencias negativas. Dicen unos que legalizar estas uniones va en contra de los derechos del resto de la sociedad. Que alguien me explique, ¿cómo el que una pareja de homosexuales vea legalizada su unión perjudica los derechos de mi esposa y los míos? Otros argumentan que esto viola la "ley moral natural". Sin embargo, es claro que las leyes de conducta de una sociedad no son fijas: evolucionan y se adaptan a los diferentes contextos y tiempos, en gran parte gracias a la lucha de los grupos oprimidos.

Prácticas que alguna vez fueron universalmente aceptadas como "naturales", como la esclavitud, hoy han sido superadas. Era "natural" pensar que el hombre era superior a la mujer en todo y, sin embargo, después de años de lucha la sociedad empieza a aceptar la igualdad de género. Hace solo unas décadas en los Estados Unidos se consideraba "natural" que los negros se sentaran en la parte trasera de los autobuses; y hoy en día, por primera vez en la historia de ese país, un negro es candidato a la presidencia con posibilidades reales de ganar. Cosas que hace siglos o incluso décadas eran aceptadas como "ley moral natural" hoy nos parecen aberraciones superadas. La homofobia aún imperante en nuestro medio debería avergonzarnos y ser superada de una vez por todas.

Otros argumentos para oponerse a esta iniciativa se caen solos. Usan el añejo estereotipo de que las relaciones entre homosexuales son inestables y por tanto poco aptas para la formación de una familia, o que darán un mal ejemplo a las nuevas generaciones. No puedo imaginar un peor ejemplo que el de muchas parejas heterosexuales cuyo esposo es un agresor, o que incumple las necesidades básicas de la familia por gastarse todo el sueldo en licor. Debería ser claro que la estabilidad de una pareja no depende del género o preferencias sexuales de sus integrantes. Todas son susceptibles de caer en el vicio si no se presta la adecuada atención. Al final, lo más importante para que una pareja sea estable y constituya un buen ambiente para la formación de una familia es el amor que haya entre sus integrantes; y si ese amor surge libremente entre una pareja homosexual de adultos responsables por sus actos, no debe deslegitimarse, no hay justificaciones válidas para hacerlo.

Por último, quedan los argumentos religiosos. Sin embargo, nadie está pretendiendo obligar a ninguna iglesia a realizar matrimonios entre personas del mismo sexo. Vivimos en un país donde existe libertad de culto, donde una persona puede tener las creencias que desee (o no tener ninguna) y no por ello verse sujeta al criterio de ninguna religión en particular. Estamos hablando de derechos civiles, otorgados por un Estado que cobija a ciudadanos de todas las razas, credos, géneros y sí, también, preferencias sexuales. La separación entre iglesia y Estado en este punto debe ser contundente.

Insto a las y los diputados y demás autoridades gubernamentales a seguir apoyando esta importante iniciativa que solo va a ayudar a fortalecer a nuestra democracia, otorgando derechos hoy inexistentes en nuestro país a un grupo de gente que ya ha sufrido suficiente discriminación injustificadamente.

** publicado en Diario Extra el 12 de agosto de 2008 - http://www.diarioextra.com/2008/agosto/12/opinion11.php

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