La romería es una tradición en Costa Rica desde hace muchos años, desde antes incluso de que fuéramos una república democrática. Sus orígenes se remontan al supuesto hallazgo por parte de una niña indígena en la actual ciudad de Cartago, de una imagen de piedra representando a la virgen María con un niño en brazos. Todo esto sucedió en la época colonial, donde los conquistadores españoles aún luchaban por expandir el cristianismo por estas tierras. Historias de hallazgos similares abundan por toda América Latina, hecho que podría haber levantado sospechas sobre la colocación deliberada de las imágenes por parte de las autoridades para inculcar la fe y facilitar la conquista espiritual de los pueblos indígenas. Sin embargo, en una época sin medios de comunicación como los actuales, este tipo de noticias simplemente no llegaban al pueblo, y tales cuestionamientos no podían hacerse, y para cuando llegó el tiempo con la posibilidad de aplicar el escepticismo era tarde: la creencia echó raíces profundas y se vacunó contra las dudas.
La aparición -ya sea por gracia divina o por cuidadosa planificación de algún astuto cura, da igual- motivó a los creyentes católicos a visitar desde todas partes del país a la "Negrita", como de cariño se le llama, como forma de "pagarle" favores concedidos, o bien, solicitar nuevos. La mecánica de la creencia es sencilla: se le pide a la virgen un favor, y luego, si este es concedido, en las fechas cercanas al 2 de Agosto se camina hasta el hermoso y lujoso templo que se levantó en su honor, como forma de agradecimiento. Si el deseo no ha sido cumplido, se camina de todas maneras para mostrarle a María nuestra necesidad y convicción de que ella es capaz de ayudarnos. Los favores solicitados reflejan las necesidades cotidianas de cualquier persona: curarse de alguna enfermedad, poder hacerse de un carro o casa propia, terminar con éxito la carrera, que el negocio prospere, etc. Todas estas peticiones pueden verse reflejadas en pequeñas reliquias de plata dejadas por la gente como ofrenda en el templo (que pueden adquirirse, desde luego, en la tienda ubicada al costado este de la basílica, por módicos precios). No es raro encontrarse corazones, pulmones, pies, cabezas, piernas, brazos (cualquier parte del cuerpo susceptible a enfermarse) casas, carros, incluso por ahí debe estar la figura de un avión dejada por quien escribe, cuando hice mi primer viaje fuera del país y moría de miedo. Este año estoy considerando ofrecer un cerebro plateado por la salud mental de mi pueblo.
Por alguna razón, los trayectos realizados de las formas más humillantes y dolorosas posibles son los que mas agradan a la madre de dios (o al menos eso es lo que muchos fieles parecen creer): es común ver a la gente caminando kilómetros y kilómetros totalmente descalzos, o cargando pesadas cruces de madera, y al llegar a su templo, el recorrido entre la entrada y el lugar donde se exhibe la imagen de piedra, casi invisible y opacada por los costosísimos vestidos de oro que la cubren, se hace de rodillas. Siempre me pareció extraño como en la mente de la gente conviven las ideas de, por un lado, una madre amorosa con poderes para conceder favores (o interceder ante el "altísimo" para realizarlos, el efecto práctico es el mismo) y al mismo tiempo, la idea de que ver a sus hijos cansados, adoloridos y humillados es agradable ante sus ojos. Es cierto que nadie obliga a las personas a hacer el recorrido de esta forma (afortunadamente es una minoría, si no la caminata sería un espeluznante recorrido y la Cruz Roja tendría que atender muchos otros casos más allá de los usuales de deshidratación y músculos adoloridos) sin embargo, extraña ver como las autoridades católicas no hacen nada por detener semejantes actos de autoflagelación, y más bien, junto con los medios de comunicación, que siempre prestan especial atención a estos casos con coloridos y emotivos reportajes, se enaltecen y motivan indirectamente a otros a imitarlos.
Hay otro aspecto que no deja de llamar la atención: cada año varias personas pierden sus vidas en el recorrido, ya sea atropellados, asesinados o en lamentables accidentes (el más notable de estos fue la tragedia del río Virilla, donde cientos de personas que se dirigían a visitar a la imagen de la virgen de los ángeles murieron por el descarrilamiento del tren en el que viajaban) y nadie parece cuestionarse, ¿Por qué, si estas personas viajaban con el noble propósito de rendir tributo a la madre de dios, o para pedirle un favor, esta, con todo su poder, no los protegió de semejante desgracia? Uno esperaría de una semidiosa como lo es María para los católicos (a pesar de que digan lo contrario), ofrezca alguna protección especial a quienes hacen el recorrido, total, se le atribuyen cientos de otros milagros, ¿por que no haber evitado al menos en esa ocasión, con su poder de intercesión, la pérdida de vidas? Los caminos de dios son misteriosos, dicen unos. O ¿será más bien que los milagros no existen y no hay ninguna madre piadosa escuchando las peticiones de sus hijos, a pesar de lo mucho que así queramos creerlo?
Cuando hace unas semanas se anunció la posibilidad -que luego se concretó- de cancelar la romería del 2009 por el riesgo de contagio de la gripe AH1N1, pensé que el hecho, lamentable para los cientos de comerciantes que esperaban un merecido ingreso extra en tiempos de crisis, iba a servir para abrir definitivamente los ojos de las personas, darse cuenta que la imagen de piedra que adoran y a la que atribuyen milagros no es más que una proyección de la desesperación humana ante la necesidad y la esperanza de que nuestros problemas desaparezcan por arte de magia. Uno pensaría que la gente se de cuenta, de una vez por todas, que si existiera una "madre celestial" con poder para realizar milagros sorprendentes hubiera, si no erradicado por completo la gripe, al menos reducido la tasa de contagio para que su celebración no se viera interrumpida.
O quizás yo me equivoque, quizás si existe la virgen María en algún cielo fuera de esta realidad física, y está cansada de ver como año con año la gente se inflinge sufrimientos innecesarios para solventar problemas y necesidades terrenales que en la mayoría de los casos, la medicina, la educación, el trabajo arduo y el esfuerzo pueden solventar; de cómo jerarquías religiosas se aprovechan de su nombre para consolidar su poder, sometiendo al pueblo a una figura superior de los cuales ellos son los representantes en la Tierra y por lo cual merecen voz y voto en todos los aspectos de la sociedad. Quizás está cansada de las absurdas contradicciones de predicar sobre una madre humilde que vivió en la pobreza, pero cuya imagen visten de oro y enclaustran en bóvedas llenas de lujos custodiadas por lo último de la tecnología antirrobo. Quizás por eso, este año, la virgen quiso realizar su primer y verdadero milagro: no permitir que se realizara la romería y hacer que la gente fije sus ojos sobre la Tierra para buscar soluciones a nuestros diversos problemas, aquí mismo. Me temo, que como todos los demás milagros, el del 2009 no pasó de ser una ilusión.
La aparición -ya sea por gracia divina o por cuidadosa planificación de algún astuto cura, da igual- motivó a los creyentes católicos a visitar desde todas partes del país a la "Negrita", como de cariño se le llama, como forma de "pagarle" favores concedidos, o bien, solicitar nuevos. La mecánica de la creencia es sencilla: se le pide a la virgen un favor, y luego, si este es concedido, en las fechas cercanas al 2 de Agosto se camina hasta el hermoso y lujoso templo que se levantó en su honor, como forma de agradecimiento. Si el deseo no ha sido cumplido, se camina de todas maneras para mostrarle a María nuestra necesidad y convicción de que ella es capaz de ayudarnos. Los favores solicitados reflejan las necesidades cotidianas de cualquier persona: curarse de alguna enfermedad, poder hacerse de un carro o casa propia, terminar con éxito la carrera, que el negocio prospere, etc. Todas estas peticiones pueden verse reflejadas en pequeñas reliquias de plata dejadas por la gente como ofrenda en el templo (que pueden adquirirse, desde luego, en la tienda ubicada al costado este de la basílica, por módicos precios). No es raro encontrarse corazones, pulmones, pies, cabezas, piernas, brazos (cualquier parte del cuerpo susceptible a enfermarse) casas, carros, incluso por ahí debe estar la figura de un avión dejada por quien escribe, cuando hice mi primer viaje fuera del país y moría de miedo. Este año estoy considerando ofrecer un cerebro plateado por la salud mental de mi pueblo.
Por alguna razón, los trayectos realizados de las formas más humillantes y dolorosas posibles son los que mas agradan a la madre de dios (o al menos eso es lo que muchos fieles parecen creer): es común ver a la gente caminando kilómetros y kilómetros totalmente descalzos, o cargando pesadas cruces de madera, y al llegar a su templo, el recorrido entre la entrada y el lugar donde se exhibe la imagen de piedra, casi invisible y opacada por los costosísimos vestidos de oro que la cubren, se hace de rodillas. Siempre me pareció extraño como en la mente de la gente conviven las ideas de, por un lado, una madre amorosa con poderes para conceder favores (o interceder ante el "altísimo" para realizarlos, el efecto práctico es el mismo) y al mismo tiempo, la idea de que ver a sus hijos cansados, adoloridos y humillados es agradable ante sus ojos. Es cierto que nadie obliga a las personas a hacer el recorrido de esta forma (afortunadamente es una minoría, si no la caminata sería un espeluznante recorrido y la Cruz Roja tendría que atender muchos otros casos más allá de los usuales de deshidratación y músculos adoloridos) sin embargo, extraña ver como las autoridades católicas no hacen nada por detener semejantes actos de autoflagelación, y más bien, junto con los medios de comunicación, que siempre prestan especial atención a estos casos con coloridos y emotivos reportajes, se enaltecen y motivan indirectamente a otros a imitarlos.
Hay otro aspecto que no deja de llamar la atención: cada año varias personas pierden sus vidas en el recorrido, ya sea atropellados, asesinados o en lamentables accidentes (el más notable de estos fue la tragedia del río Virilla, donde cientos de personas que se dirigían a visitar a la imagen de la virgen de los ángeles murieron por el descarrilamiento del tren en el que viajaban) y nadie parece cuestionarse, ¿Por qué, si estas personas viajaban con el noble propósito de rendir tributo a la madre de dios, o para pedirle un favor, esta, con todo su poder, no los protegió de semejante desgracia? Uno esperaría de una semidiosa como lo es María para los católicos (a pesar de que digan lo contrario), ofrezca alguna protección especial a quienes hacen el recorrido, total, se le atribuyen cientos de otros milagros, ¿por que no haber evitado al menos en esa ocasión, con su poder de intercesión, la pérdida de vidas? Los caminos de dios son misteriosos, dicen unos. O ¿será más bien que los milagros no existen y no hay ninguna madre piadosa escuchando las peticiones de sus hijos, a pesar de lo mucho que así queramos creerlo?
Cuando hace unas semanas se anunció la posibilidad -que luego se concretó- de cancelar la romería del 2009 por el riesgo de contagio de la gripe AH1N1, pensé que el hecho, lamentable para los cientos de comerciantes que esperaban un merecido ingreso extra en tiempos de crisis, iba a servir para abrir definitivamente los ojos de las personas, darse cuenta que la imagen de piedra que adoran y a la que atribuyen milagros no es más que una proyección de la desesperación humana ante la necesidad y la esperanza de que nuestros problemas desaparezcan por arte de magia. Uno pensaría que la gente se de cuenta, de una vez por todas, que si existiera una "madre celestial" con poder para realizar milagros sorprendentes hubiera, si no erradicado por completo la gripe, al menos reducido la tasa de contagio para que su celebración no se viera interrumpida.
O quizás yo me equivoque, quizás si existe la virgen María en algún cielo fuera de esta realidad física, y está cansada de ver como año con año la gente se inflinge sufrimientos innecesarios para solventar problemas y necesidades terrenales que en la mayoría de los casos, la medicina, la educación, el trabajo arduo y el esfuerzo pueden solventar; de cómo jerarquías religiosas se aprovechan de su nombre para consolidar su poder, sometiendo al pueblo a una figura superior de los cuales ellos son los representantes en la Tierra y por lo cual merecen voz y voto en todos los aspectos de la sociedad. Quizás está cansada de las absurdas contradicciones de predicar sobre una madre humilde que vivió en la pobreza, pero cuya imagen visten de oro y enclaustran en bóvedas llenas de lujos custodiadas por lo último de la tecnología antirrobo. Quizás por eso, este año, la virgen quiso realizar su primer y verdadero milagro: no permitir que se realizara la romería y hacer que la gente fije sus ojos sobre la Tierra para buscar soluciones a nuestros diversos problemas, aquí mismo. Me temo, que como todos los demás milagros, el del 2009 no pasó de ser una ilusión.
2 comentarios:
Excelente el artículo!!! Muy bien escrito, informativo, ameno y profundo.
Justamente cuando se informó que la Romería se cancelaba por una pandemia de gripe, inconscientemente me quedó la impresión de que oficialmente gobierno, Iglesia y pueblo aceptaban que todo eso es solo una tradición sin ningún poder mágico, por no llamarle "una patraña".
De lo contrario, la lógica diría que si se va donde la Virgen para precisamente curarse de las enfermedades, sería un contrasentido que ella permita la adquisición de nuevas, cual hospital fuera de control donde los pacientes salen más enfermos de lo que entraron.
Este artículo me sacó al nivel consciente lo que inconscientemente ya había deducido.
En "Genealogía de la moral" Nietzsche habla sobre la acción de arrodillarse ante una figura divina como parte de una moral de esclavos, aparecida en los primeros tiempos como una respuesta de impotencia de los débiles, incapaces de vencer en nada, desde los fuertes hasta las situaciones cotidianas.
Es impresionante entonces la sobrevivencia de tales costumbres antiguas en nuestra sociedad moderna, ya no hay reyes (no aquí por lo menos) pero muchísimos seres humanos siguen replicando el meme que los hace incarse ante una triste figura de piedra que nada puede hacer por ellos, pues representa un poder imaginario.
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